Juan de Tassis y Peralta (1582-1622) fue un poeta español, de la época del barroco, y II Conde de Villamediana.
Fue hijo de María de Peralta Muñatones, descendiente de los marqueses de Falces, y de Juan de Tassis y Acuña, I Conde de Villamediana y Correo Mayor del reino, quien, gracias a su labor como organizador del servicio de postas, recibió el título de nobleza en 1603, aunque ya su abuelo paterno Raimundo de Tassis, establecido en Valladolid, había desempeñado el cargo de Correo Mayor del Rey.
Los padres de Juan de Tassis y Peralta formaron parte de la comitiva real que acompañó a Felipe II en su entrada triunfal en Lisboa el día 29 de junio de 1581. En la ciudad portuguesa nació Juan de Tassis y Peralta.
Trasladada la Corte a Valladolid, donde permaneció cinco años, su padre obtuvo al fin el título de Conde de Villamediana en 1603, pero falleció tempranamente en 1607. Un año después de otorgar testamento; su hijo heredero Juan asumió el título y el cargo de Correo mayor del reino. Que estrenó cuando ya la Corte se había trasladado a Madrid en 1606.
Su talante agresivo, temerario, mujeriego y adquiriendo pronto reputación de un libertino amante del lujo y de las piedras preciosas, de los naipes y de los caballos, vistiendo como un dandy con una vida desordenada de jugador entregado a todos los vicios. Provocó que el rey Felipe III le desterrara tres veces a Francia, Flandes y Nápoles.
Vuelto a España en 1615, todos los acreedores de su disparado y lujoso modo de vida cayeron sobre él y atravesó por grandes penurias económicas que lo obligaron a vender el oficio de Correo Mayor de varias localidades.
El 21 de agosto de 1622, a eso de las ocho de la tarde, el Conde de Villamediana, acompañado de Luis de Haro, hijo del Marqués de Carpio, paseaba en su carroza por la calle Mayor, donde tenía su palacio. A punto de llegar a su casa, a la altura de la travesía del Arenal, un hombre con la cara cubierta se acercó al coche y por la ventanilla disparó un ballestazo al conde y salió corriendo. En unos minutos el conde había muerto.
El caso propició todo tipo de especulaciones entre la realidad y la fantasía que forman parte de las leyendas de Madrid. Son diversas las teorías sobre el móvil del asesinato. Desde las ambiciones de poder del conde-duque de Olivares, que perdía prestigio ante los poemas críticos referidos a él y que se atribuían al conde; los celos del propio rey, que sospechaba que la reina Isabel de Borbón estaba prendada del conde hasta evitar el escándalo por un célebre proceso por sodomía abierto por el Consejo de Castilla que implicaba a Villamediana.