El 19 de mayo de 1912 llega a España Guillermo Marconi, y la periodista y telegrafista Consuelo Álvarez, Violeta, cuenta la crónica de su llegada y su intervención en el Ateneo, con todo lujo de detalles, para la revista El Telegrafista Español.
A Marconi, para muchos el inventor de la telegrafía sin hilos -la radiotelegrafía-, fueron a recibirle a la estación de ferrocarril del Norte el embajador de Italia y varias comisiones de personalidades de distintos sectores, entre ellas una muy numerosa del personal de Telégrafos, presidida por el inspector general Campos. Venía Marconi a Madrid para inspeccionar las construcciones radiotelegráficas realizadas en España. Fue entonces cuando el Rey Alfonso XIII le concedió la Gran Cruz de Alfonso XII por los servicios prestados a la Humanidad y a la Ciencia.
A las ocho de la tarde tuvo lugar en el salón de actos del Ateneo un solemne acto en su honor, presidido por el monarca Alfonso XIII. Se daba la coincidencia de que el Rey tenía el número de socio del Ateneo 7.777, el mismo que la patente de la sintonización de Marconi, que cambiaría la comunicación inalámbrica.
Comenzó la velada con un discurso de bienvenida del presidente del Ateneo, Segismundo Moret y una conferencia del ingeniero y dramaturgo José Echegaray, quien habló del invento de la telegrafía sin hilos, y lo útil que había sido en la catástrofe del Titanic de marzo de ese año: “Gracias a las ondas eléctricas, el pensamiento humano corre libremente por el espacio difundiéndose a todo el mundo”.
Marconi, premio Nobel de física en 1909, dirigiéndose al auditorio explicó: «la Telegrafía sin hilos se ha realizado por ondas eléctricas, creadas por corrientes de muy alta frecuencia, inducidas en hilos elevados o en capacidades convenientemente dispuestas. Estas ondas son recibidas a distancia por otros conductores elevados, sintonizadas de un tono conveniente y puestas de manifiesto por relevadores apropiados”.
En 1896 Marconi empezó sus primeros experimentos, tratando de alcanzar, en la transmisión de ondas, cada vez más distancia. Primero unos metros, luego a cinco kilómetros, más tarde la comunicación entre Inglaterra y Francia. Por fin, en 1901 logró comunicar Europa y América salvando el Atlántico. Para ello, estableció una estación en San Juan de Terranova y consiguió recibir señales radiotelegráficas desde Poldhu.
Destacó el inventor los progresos que la Telegrafía sin hilos había hecho en España, gracias a la protección de su gobierno, al igual que había ocurrido en Italia e Inglaterra. Así pues, se estaba estableciendo una red completa de estaciones que vendría a favorecer al comercio y a la comunicación universal.
Cabe destacar también que tres días después de su llegada a España, el 22 de mayo de 1912, acompañado por una comisión del Cuerpo de Telégrafos, el ilustre inventor redactó varios radiotelegramas desde la estación radiotelegráfica de Aranjuez hacia la Central de Sóller (Baleares). A su regreso a Madrid , se encontró con la contestación en su despacho y fue pública su satisfacción en el posterior almuerzo con la Sociedad Nacional de Telegrafía sin Hilos. A la tarde, en una audiencia especial, expresó a la infanta doña Isabel la rapidez con que se transmitieron tales respuestas desde Mallorca, pues apenas habían pasado 50 minutos desde que se pusieron los radiotelegramas en Aranjuez.
En la imagen, Guillermo Marconi visitando la Casa de ABC durante su estancia en Madrid.