José Moñino y Redondo, I Conde Floridablanca (1728-1808) fue, entre otros cargos públicos, Secretario de Estado de España y Superintendente General de Correos.
En 1761, por Real Orden, se estipulaba que los caminos debían ser rectos y sólidos para facilitar el comercio interprovincial y con cargo a la Real Hacienda. El nombramiento en 1777 del conde de Floridablanca, José Moñino y Redondo como Secretario de Estado supuso, un proceso de importantes reformas. En 1778 agregó a la superintendencia de Correos la superintendencia general de Caminos y Posadas, con objeto de conseguir una mejor organización. Una consecuencia de tal reestructuración fue el nombramiento de dos directores generales de Correos y un director general de Caminos, Joaquín de Itúrbide. Se desarrolló la construcción, no sólo de nuevas vías de comunicación, unos mil kilómetros de carreteras, sino también de posadas y casas de postas, sin olvidar la construcción de la nueva casa del Correo en Madrid, en la Puerta del Sol, actual sede de la Presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Las tarifas se mantuvieron invariables hasta 1779 en que los nuevos dirigentes ilustrados del correo y, particularmente, de nuevo el conde de Floridablanca, intentó una nueva racionalización de las mismas. Se agruparon las 325 cajas de correos existentes en 29 demarcaciones que fueron divididas a su vez en seis escalas dependiendo de la distancia que había desde Madrid a su punto de destino. Los territorios de Ultramar, así como la correspondencia con los reinos europeos, también se estructuraron en función de la distancia y el peso.
El Estado ostentaba el servicio postal en forma de monopolio y lo extendía a todos los ciudadanos, claro antecedente del tránsito de renta real a servicio público, que décadas más tarde se impuso. Durante todo el siglo XVIII, especialmente en la segunda mitad, la política de los reformistas ilustrados como el conde de Floridablanca, estuvo encaminada a la reorganización e incorporación de nuevos servicios reglamentados exhaustivamente por un desarrollo legislativo: la ineludible reforma de los caminos, la creación de un cuerpo funcionarial de Correos y el nacimiento de nuevos empleos en la administración postal. La racionalización de las tarifas junto con el aumento del radio de acción y la periodicidad de las expediciones postales, posibilitó la mejora de los resultados económicos. Además, la incorporación del correo de América a la corona supuso cambios sustanciales en el transporte marítimo y en la creación de administraciones postales al otro lado del Atlántico.
El correo hacia Constantinopla fue impuesto por el conde de Floridablanca en 1786, que encargó al embajador español en Roma, Nicolás de Azara, la realización del proyecto. Aprovechando el correo quincenal que se mantenía con Roma, se creó un enlace hasta Ancona, en el mar Adriático, cruzando éste hasta Spalato (la actual Split) y siguiendo la ruta terrestre de los Balcanes hasta Constantinopla. Este servicio lo realizaban desde la Dalmacia véneta los correos llamados genízaros o tártaros españoles, reclutados entre jinetes turcos de padres cristianos.
Finalmente, habría que reseñar que bajo el fomento de Floridablanca, se creó para el auxilio mutuo de los empleados de Correos, el Monte Pío de Viudas y Huérfanos de los empleados en las oficinas de la Renta General de Estafetas, Correos y Postas de dentro y fuera de la Corte en 1785, con las aportaciones que cada empleado debía donar. Formaban parte del mismo desde los directores generales hasta los mozos de oficio.