Al finalizar la Guerra Civil, por la Ley de 7 de junio de 1940 se concedió la exclusiva del transporte aéreo español a la Compañía Mercantil Anónima Iberia, desarrollándose las líneas que enlazaban con Europa al acabar la II Guerra Mundial, uniendo Madrid-Londres, Madrid-Roma, Barcelona-Ginebra y la primera línea transatlántica Madrid-Buenos Aires. A partir de los años 40, Correos estableció convenios y contratos con las compañías que operaban en el espacio aéreo español tanto para el transporte de la correspondencia interior como internacional, aunque manteniendo una relación privilegiada con Iberia.
Esta exclusiva tendría, en principio, una duración de 20 años, reservándose el Gobierno el derecho de rescindirla antes de su finalización si fuera necesario. A partir del 4 de octubre, el Estado era propietario de las compañías Transporte Aéreos Españoles (TAE) e Iberia, iniciándose el proceso de fusión de ambas para dar lugar a la constitución de la nueva empresa denominada “Compañía Mercantil Anónima Iberia S.A.”.