El 14 de junio de 1909, sea prueba la Ley de Bases para la reorganización de los servicios de Correos y Telégrafos. Esta ley recuperó para el servicio postal el Giro Mutuo, que pasó a denominarse Giro Postal, y estableció la creación del servicio de Paquetes Postales, de la Caja Postal de Ahorros y de la Escala Auxiliar Femenina, entre otras disposiciones.
El siglo XX se inaugura con otro proyecto legislativo de hondo calado. La continua evolución en los medios de transporte, así como la demanda de servicios por parte de la ciudadanía, impulsaron al Gobierno a reorganizar los servicios de Correos y Telégrafos e implantar algunos nuevos. La Ley de Bases de 1909 recuperó para el correo el servicio de Giro Mutuo que comenzó su servicio en 1911, ampliándose cada vez más a todas las estafetas de España. También se inauguró en 1916 los servicios de la Caja Postal de Ahorros (CPA), como entidad financiera postal al servicio del ciudadano, contando con la vasta infraestructura de oficinas postales por lo que en poco tiempo llegó a todos los rincones del país, facilitando su uso para aquellos que vivían más alejados y tenían menos recursos económicos. Se habilitó en el presupuesto, dinero para la construcción de 158 vagones correos y de edificios adecuados para los servicios postales y telegráficos y se establecieron nuevas tarifas. Nació el servicio de Paquetes Postales y se estableció que una vez instaurados los servicios anteriores se procedería a poner en funcionamiento los envíos contra reembolso, el cobro de efectos comerciales o las suscripciones a periódicos, entre otros servicios.
En cuanto a Telégrafos se disponía un crédito para las obras de ampliación y mejora de la red telegráfica y telefónica. Se establecen nuevas tasas para los servicios telegráficos y se autorizaba al ministro de la Gobernación para llevar a cabo la creación de los estudios superiores de telegrafía.
Para el personal postal, el año de 1909 fue también decisivo: junto a la Ley de Bases se aprobó el Reglamento Orgánico del Personal de Correos el 11 de julio, dividiéndose éste en escalas y facilitando por primera vez el acceso de la mujer al crear el Cuerpo de auxiliares femeninos. No obstante, no se produjo de manera oficial hasta el año 1922. A raíz de la huelga de Correos, el gobierno hizo un llamamiento a la población invitándole a participar en las tareas de clasificación postal. Entre ésta, se ofrecieron voluntarias las señoritas de la buena sociedad tras la publicación del Real Decreto de disolución del Cuerpo de Correos, que en su artículo 2 establecía la creación del Cuerpo Auxiliar femenino. Por esta vía accedieron a la administración postal un total de 300 mujeres con carácter interino, que posteriormente pasaron a ser funcionarias de carrera tras un examen de trámite.
En el mundo del telégrafo la incorporación de la mujer se había producido anteriormente. En 1882, se admitió en la plantilla de Telégrafos a la mujer que cobraba el sueldo de la escala más baja del escalafón del Cuerpo, del que por supuesto quedaban excluidas. En 1909, al aprobarse la Ley de Bases, la mujer se incorporó definitivamente como funcionaria, accediendo por oposición, a la escala auxiliar femenina. La Real Orden de 15 de junio de 1909 creó 30 plazas de Auxiliares de segunda clase para señoras y señoritas con objeto de atender el servicio telefónico internacional. Entre las aprobadas se encontraba la sufragista y futura diputada, Clara Campoamor.
En la imagen, cartilla de ahorros de la Caja Postal de Ahorros, uno de los nuevos servicios creados a partir de la Ley de Bases de 14 de junio de 1909.