Uno de los pasajes más profundos de Don Quijote se encuentra en el capítulo LIII de la segunda parte. Es un pequeño compendio de reflexiones sobre los delirios de grandeza, la falta de sinceridad consigo mismo, la amistad y la honestidad. Sancho Panza está gobernando por fin su ínsula, ese pequeño territorio que le había prometido Don Quijote desde que comenzaran a cabalgar.
En realidad, todo forma parte de un engaño. Los habitantes del pueblo se hacen pasar por sus súbditos con la aviesa intención de torturarle y someterle a toda clase de burlas.
Cuando Sancho Panza se da cuenta adónde le han llevado sus delirios de grandeza va a las caballerizas. Allí está el burro que le ha acompañado en todas sus desdichas. Sancho Panza le besa y con lágrimas en los ojos le dice:
—Venid vos acá, compañero mío y amigo mío y conllevador de mis trabajos y miserias.
Con este diseño se hizo un sello en el 1998, apareciendo en el primer minipliego. Se trataba de una serie episcolar escolar, con la que se pretendía enseñar en las escuelas el método para enviar cartas.