El Proyecto de Ley de Bases para la Reorganización de los Servicios de Correos y Telégrafos, firmado por el Ministro de Hacienda, Juan de la Cierva y Peñafiel, el 26 de marzo de 1909, estableció en la base décima los fundamentos de lo que acabaría por ser finalmente la Caja Postal de Ahorros. Las dificultades presupuestarias demoraron por varios años la entrada en funcionamiento de la Caja Postal de Ahorros. El 12 de marzo de 1916 quedó inaugurada la Caja Postal de Ahorros.
Unos meses antes, el 13 de enero, se había aprobado la formación de los Consejos de Administración y Vigilancia de la Caja Postal. El 16 de enero se aprobó su Reglamento Provisional y, por la Real Orden de 29 de febrero de 1916, se estableció la fecha del 12 de marzo para que diese comienzo el servicio de la Caja Postal, eligiendo esta fecha para conmemorar la creación del Cuerpo de Correos (12 de marzo de 1889).
La nueva entidad nació con una marcada vocación de impulsar y acoger el ahorro popular, como quedaba reflejado en el límite impuesto al saldo de las cartillas, establecido en 5.000 pesetas para las ordinarias y en 10.000 para las abiertas por organizaciones de beneficencia, cooperativas y otras entidades de carácter social. Merced a la extensa red del servicio postal, la Caja registró una rápida expansión.
Las disposiciones generales del Reglamento provisional establecían que todas aquellas oficinas postales encargadas del Giro Postal prestasen también el servicio de la Caja. Desde 1923 la Caja se extendió también por el ámbito rural, a través de las carterías rurales. En 1933, el número de oficinas de la Caja Postal se situaba en 1.337.
La creación de la Caja Postal permitió la creación de una red de ahorro nacional que solventó las lagunas existentes hasta entonces dentro del sistema financiero y bancario español, constituido en aquellos primeros lustros del siglo XX por las Cajas de Ahorro y Monte de Piedad de alcance territorial limitado y unas instituciones bancarias privadas que empezaban en esa época a formar su red de oficinas en las principales ciudades del país, pero todavía incapaces de dar servicio a lo largo y ancho del territorio español.
La utilización de la red postal hizo posible la presencia de la Caja en todos los rincones de la geografía española. Su crecimiento fue espectacular. Entre 1916 y 1929 la Caja Postal acaparó el 40% del total de cuentas de ahorro de todo el país. La importancia de la Caja Postal durante el primer tercio del siglo XX, queda puesta de manifiesto en el hecho de que tanto por el pasivo como por el número de impositores se situaba en la primera posición de la tabla de las entidades financieras, sobrepasando a la primera Caja de Ahorros de aquel periodo, la Caja para la Vejez y Pensiones de Barcelona y a los resultados de cualquiera de las entidades bancarias de aquella época.
La Caja Postal de Ahorros estuvo vinculada a Correos y Telégrafos hasta que en julio de 1991 pasó a integrarse en Argentaria, como consecuencia de la reorganización de la banca pública. Mediante la firma de acuerdos de colaboración entre Correos y Telégrafos y la Caja Postal, ésta continuó prestando sus servicios en las oficinas de Correos y Telégrafos, a través del proyecto NEXUS de 1992. Tras la fusión de Argentaria y el Banco Bilbao Vizcaya, la nueva entidad financiera resultante mantuvo esta colaboración, hasta que en marzo de 1999 Correos y Telégrafos sacó a concurso público el acuerdo de explotación conjunta de productos y servicios financieros a través de la red postal. El concurso fue ganado por Deutsche Bank, por el que ambas entidades se repartirán al 50 por ciento los ingresos generados por el negocio bancario, hasta enero de 2016, fecha en la que acaba el acuerdo entre ambas partes.