Antonio Palacios, arquitecto del Palacio de Comunicaciones

Antonio Palacios Ramilo (1874-1945) pontevedrés de Porriño, fue urbanista y, sobre todo, arquitecto.

En 1892 se traslada a Madrid para estudiar ingeniería, aunque finalmente se dedica a la arquitectura. Con Ricardo Velázquez Bosco, profesor suyo, realizará sus primeros trabajos. En 1900 termina sus estudios de arquitectura y se asocia con su compañero Joaquín Otamendi Machimbarrena, compañero arquitecto en la construcción del Palacio de Comunicaciones.

Madrid le debe algunos de sus más emblemáticos edificios. La figura de Palacios supuso para la capital la introducción de una imagen moderna: su personal estilo monumentalista, heredero tanto de la obra de su maestro Otto Wagner como de la arquitectura histórica española, condicionó en buena medida la percepción urbana de la ciudad. A él se debe la construcción de las primeras líneas del Metro, y sus diseños de accesos a las estaciones se pueden contemplar hoy en día. En cambio, sus templetes de acceso de la Red de San Luis y Sol no han llegado a nosotros.

Su inclinación hacia el regionalismo arquitectónico propició su amistad con Valentín Paz-Andrade y Castelao, aunque nunca llegó a adquirir un compromiso ideológico: sus colaboraciones con el periódico Galicia convivían con escritos, como en el proyecto no realizado de reestructuración de la Puerta del Sol tras el fin de la Guerra Civil en el que se ensalzaba la Hispanidad. Fue miembro numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y en 1924 fue nombrado hijo predilecto su ciudad natal. En su memoria, el ayuntamiento de Porriño instituyó en 1999 el premio anual de arquitectura en granito Antonio Palacios.

De todas sus obras arquitectónicas, y siendo la mayoría en Madrid, la que destaca notablemente es el Palacio de Comunicaciones: se levantó sobre unos terrenos incluidos en el espacio de El Buen Retiro, llamados “La Huerta de San Juan”. Estos terrenos fueron cedidos por el Ayuntamiento con el exclusivo fin de edificar sobre ellos el edificio que albergase al Correo y a las modernas comunicaciones telegráficas.

Antonio Palacios ganó el concurso previo y el edificio lo terminó en marzo de 1919. El Palacio de Comunicaciones fue uno de los más impresionantes de su época. Formado por tres cuerpos y ocupando un espacioso lateral de la plaza, fue concebido para que se le viese desde lejos llenando todo el espacio con su magnífica presencia. Palacios supo reunir las tendencias en un estilo propio sin olvidar nuestros particulares detalles decorativos.

El reloj del Palacio iluminaría las noches como un faro orientativo. La fachada, de forma cóncava, acogería a los visitantes, y desde sus esquinas se alzan las torres, llevando nuestros ojos hasta la torre central, la que mediría el doble que las laterales, la que en principio iba a recibir los cables aéreos llegados de las distintas torretas de las comunicaciones, que luego pasaron a tener una entrada subterránea.

En realidad el edificio no es tan grande como aparenta, pero Palacios consiguió que fuese un edificio emblemático. Éste fue ocupado por Correos en el mismo año de su terminación, y por los telegrafistas en el año 1922. En marzo de ese mismo año, S.M. el rey Alfonso XIII hizo la segunda inauguración oficial, acudiendo con su esposa y con todo su séquito a poner en marcha, de manera simbólica, todos los aparatos de la Sala. Hoy es sede del Ayuntamiento de Madrid.

Otras obras de este genial arquitecto fueron:

1902 Puente Monumental de Bilbao.
1903 Gran Casino de Madrid.
1904 Puente Monumental sobre el Urumea, San Sebastián,
1908 Hospital de Maudes, Madrid.
1910-1919 Banco del Río de la Plata (Banco Central), Madrid.
1911-1927 Teatro Rosalía de Castro, Vigo (Pontevedra)
1913 Banco de Vizcaya, Madrid.
1916 Hospital de Jornales, Madrid.
1919-1920 Círculo de Bellas Artes, Madrid.
1919-1924 Ayuntamiento de Porriño (Pontevedra).
1933-1945 Banco Mercantil e Industrial, Madrid.
1942 Basílica del monasterio de A Visitación de las Salesas Reales, Vigo (Pontevedra).

Falleció en 1945 en el barrio madrileño de El Plantío, cerca del actual Museo Postal y Telegráfico, en una modesta casa construida por él mismo, aunque sus restos reposan actualmente en su Porriño natal.