Durante el mes de julio de 1973, se comienzan a repartir las tarjetas de movilización al personal de Correos y Telégrafos, adjudicando un grado militar según el cuerpo al que se pertenezca. No era la primera vez que Correos y Telégrafos y las instituciones militares compartían circunstancias comunes:
La consecución definitiva de una red óptica de telegrafía se debe al coronel del Estado Mayor, José María Mathé Aragua, del que se eligió su proyecto, que fue implantándose en la década de los años cuarenta del siglo XIX. El uso del nuevo sistema de comunicación estuvo principalmente al servicio del Estado, y primordialmente de la institución militar y de los responsables del orden público. La telegrafía óptica estuvo siempre al servicio del Estado, tanto en el ámbito político como en el militar.
La política gubernamental con respecto al personal de Correos fluctuó entre la fusión de los servicios de Correos y Telégrafos y la creación de ambos cuerpos separadamente. El 2 de abril de 1856 se creó el Cuerpo de Telégrafos en el que se integraron muchos de los empleados del telégrafo óptico además de ingenieros militares y civiles. También su organigrama era de carácter piramidal y se dividía en aquellos que eran considerados funcionarios y los que estaban contratados en los servicios de vigilancia de las líneas telegráficas.
La huelga comenzada por los telegrafistas en 1918, fue secundada por los funcionarios de Correos y los de Hacienda. La desproporcionada respuesta gubernamental, que incluyó la disolución de los cuerpos y la militarización de los servicios, acabó con la dimisión en pleno del gobierno y el nuevo gabinete, dirigido por Maura, derogó los decretos de disolución de ambos cuerpos.