Thomas Alva Edison (1847-1931) fue un empresario, telegrafista e inventor estadounidense, con más de 1.100 patentes en su haber. Sus inventos han dejado su huella genial, como son: la bombilla, el fonógrafo, el kinetoscopio, el acumulador eléctrico y el micrófono. Representa el cuento clásico que tanto les gusta a los americanos, del hombre que se hizo a sí mismo a partir de un pobre muchacho, sin educación ni influencia y que adquirió la fama y la fortuna por su inteligencia y trabajo.
Tras una valerosa hazaña en la que salvó la vida del hijo de un jefe de estación, le recompensaron con la realización de un curso de telegrafía y más tarde ingresó como telegrafista en la compañía de ferrocarriles donde repartía periódicos. Durante su trabajo como operador de telégrafos mejoró un repetidor telegráfico, gracias al cual se podían transmitir mensajes automáticamente a una segunda línea sin que estuviera presente el operador.
Después diseñó un sistema telegráfico automático que mejoraba la calidad y rapidez de la transmisión. Su gran invento dentro de la telegrafía fue la creación de unas máquinas que permitían la transmisión simultánea de diversos mensajes por una línea, que provocó el aumento de la utilidad de las líneas telegráficas existentes.
En cuatro años obtuvo trescientas patentes entre las que debemos destacar: el micrófono de carbón que mejoró el teléfono de Graham Bell e hizo que su uso fuese práctico; luego llega su invento favorito, el fonógrafo (1877) que podía grabar el sonido en un cilindro de papel de estaño; después llegó la lámpara incandescente o bombilla (1879) que hizo posible el desarrollo del alumbrado eléctrico, que hasta entonces se realizaba mediante el arco voltaico; en 1888 Edison inventó el kinetoscopio, la primera máquina que reproducía películas mediante una rápida sucesión de imágenes individuales.
Otros inventos posteriores que hay que destacar son: el acumulador de Edison que desarrolló en 1909, resultado de miles de experimentos y un método de telegrafía sin hilos para comunicarse con los trenes en movimiento. Sin embargo debe destacarse un efecto que descubrió en 1884 y que lleva su nombre pero al que no le dio importancia práctica: el efecto Edison o efecto termoeléctrico, el cual indica que el filamento caliente de una lámpara desprende electrones, que pueden ser atraídos por un electrodo positivo en forma de placa, situado en el mismo tubo de vacío o bulbo de la lámpara.
Falleció el 18 de octubre de 1931 y, como homenaje póstumo, fueron apagadas las luces de varias ciudades durante un minuto.